Hoy despertamos con la noticia de otra muerte: falleció el dramaturgo mexicano Víctor Hugo Rascón.
Mentiría si dijera que conozco su obra, pero como persona, lo tengo muy presente. Siempre me han llamado la atención aquellos literatos cuya profesión no está ligada directamente a las letras (creo que encuentro en esas biografías una esperanza para mí). Y recuerdo muy bien que alguna vez ví una entrevista que le hicieron a este personaje, abogado de profesión. Recuerdo también que dijo que sus mejores obras no las escribió sentado en un escritorio, con mucho tiempo para crearlas, sino en aquellos ratitos libres que tenía en su vida diaria: formado en una fila, en un elevador, esperando a alguien. Se me quedó muy grabado todo lo que dijo... no digo más porque repito, desconozco su obra, pero hasta donde sé es un personaje sobresaliente en las dos áreas en las que trabajó toda su vida.
Ya me voy, tengo que ir a la fac... pero quería agregar otra cosa. Quedé insatisfecha con lo que escribí ayer acerca de que los artistas le dan belleza a nuestras vidas, es mucho más que eso. El arte no es sólo belleza, también es reflexión, el reflejo de lo que somos, es historia, es a veces inconformidad, es expresión, es ideología, es compartir...
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