Saturday, November 22, 2008

Quejumbrosos

"Por aquel tiempo, las hadas habían repartido sus dones a los mortales. A unos habían dado las varitas misteriosas que llenan de oro las pesadas cajas del comercio; a otros unas espigas maravillosas que al desgranarlas colmaban las trojes de riquezas; a otros unos cristales que hacían ver en el riñón de la madre tierra oro y piedras preciosas; a quiénes, cabelleras espesas y músculos de Goliat, y mazas enormes para machacar el hierro encendido; y a quiénes, talones fuertes y piernas ágiles para montar en las rápidas caballerías que se beben el viento y que tienden las crines en la carrera.

Los cuatro hombres se quejaban. Al uno le había tocado en suerte una cantera, al otro el iris, al otro el ritmo, al otro el cielo azul."

(fragmento de El Velo de la Reina Mab, en Azul..., Ruben Darío 1888)
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Cuando se hizo la repartición, a mí me tocó una hectárea de cielo azul, unos calcetines rojos, 7 duendes que cuidan de mí, una guitarra desafinada, una biblioteca empolvada, algunos gramos de buen humor, un ratoncito mudo y una cajita que, cuando se abre, le entra a uno una curiosidad inquieta por comprender los fenómenos de este mundo.
Ahh esas haditas traviesas
... pero yo no me quejo.

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